La alternativa

TAUROMAQUIA. Mariano Aguayo (acuarelas) y Rafael del Campo (textos)

Domingo Carracedo, Cebollito en los carteles, tomó la alternativa una tarde de septiembre en su pueblo, sin otro fundamento que cuatro novilladas en plazas portátiles y sin otra pretensión que añadir con cierto sentido ( no mucho, verdaderamente) la leyenda matador de toros en su tarjeta de visita. Los inocentes también tienen derecho a algo de gloria y de autocomplacencia y, si es posible, a darse postín. ¡ Faltaría más!

CEBOLLITOPara la ocasión Cebollito alquiló a Modesto Sánchez, sastre de toreros, un vestido de torear color indefinido, quizá en tiempos fuera tabaco, o caña, o mostaza, quien sabe, lo que sí es cierto es que el día de la alternativa parecía de mierda y oro ( dicho sea con respeto) así estaba de astroso y desgastado. Por si fuera poco, la taleguilla tenía un costurón mal recosido a la altura de la ingle por donde se le fue la sangre y después la vida al valiente novillero El Exquisito ( se ignora su verdadero nombre ) el día de no sé que Virgen, de un año que no recuerdo, en un pueblo manchego ( ¿ o era extremeño? ) que a nadie importa.

Pero con Cebollito no iban supersticiones ni fatalismos ni era él persona que creyera, como algunos poetas ( los poetas suelen ser gente rara y peregrina) que la vida se repite y que la historia siempre termina por retornar. Por eso cuando su padrino, el diestro mejicano Abundio Irving Palomo de Popocatepelt le cedió los tratos, se fue al toro con templanza y decisión y se dijo : Vamos a cortarle las orejas Cebollo (Cuando se hablaba a sí mismo omitía el diminutivo, probablemente para darse ánimos y no desmerecer ante la propia opinión).

Y aunque el toro se vencía por el pitón derecho se empeñó en torearlo por ese lado ( ahí está el mérito, que se palpe la tragedia, ¡ Olé los toreros valientes! )y de su contumacia e insistencia surgieron dos derechazos, el primero compuestito, y no hubo lugar al tercero porque el toro le metió el pitón a la altura de la ingle, descosiendo el costurón mal recosido de la taleguilla. Conforme caía, el marrajo le tiró un hachazo en dirección al cuello, pero se conoce que el animalito, con la emoción de ver a su presa indefensa, se precipitó y marró el viaje y así, por milímetros, salvó Cebollito la yugular. Ya en el suelo, babeado, pateado, humillado y malherido por el toro, que no cejaba en buscarlo, Cebollito sacó el estoque y, como quien no quiere la cosa, lo hundió en el costado del cornúpeta, con tal precisión y buen tino que le picó el corazón, y lo hizo rodar sin puntilla. LA plaza irrumpió en una ovación atronadora. A Cebollito le fueron concedidas las dos orejas y el rabo.

Como rémora de la cornada le ha quedado a Domingo Carracedo Cebollito una cojera de las perpetuas, que le hace andar a ritmo de pirueta sostenida, con una muleta ( ortopédica, claro) que el maneja con galanura y buenas maneras, seguramente por deformación profesional. En los bares donde entra vendiendo lotería, bolígrafos o tabaco de contrabando suele encontrase con los novilleros de moda, con sus chaquetas cruzadas, sus corbatas de seda y su pelo engominado. : Buenas tardes, maestro, le saludan. Cebollito nunca se ha parado a pensar si lo de maestro es por respeto o por sorna. Y yo, que quieren que les diga, creo que hace bien.

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